martes, 28 de septiembre de 2010

UNIDAD DEL CONTENIDO Y LA FORMA

ACERCA DEL CONTENIDO Y LA FORMA EN EL ARTE Y LA LITERATURA

Desde los griegos viene el reconocimiento de que toda obra artística  y literaria tiene contenido y forma, y que ambos están indesligablemente unidos. Asimismo que la influencia que ejerce el contenido o mensaje de una obra artística en la sociedad depende de su perfección formal. Entonces, resulta de suma importancia para la creación artística el manejo correcto de la interrelación del contenido y la forma.
¿Qué implica el contenido de una obra de arte o de literatura? Comprende el tema o idea que le da unidad a todas sus partes; idea que implica un problema y su respuesta, y está dirigida a conmover al público. Así el teme, la idea, expresa la esencia de los fenómenos y de las contradicciones de la realidad social reproducidos. Constituye la idea básica subyacente a la que se puede reducir toda obra bien construida: el heroísmo, las diferencias sociales, el desinterés, la amistad, el amor, la cobardía, el odio, el proceso de maduración de una persona, etc., etc. Por ejemplo, la idea básica de Los ríos profundos es la maduración del niño Ernesto en el espacio cerrado de una villa de los Andes; la del cuento Paco Yunque, las desigualdades sociales. Sin embargo, el contenido no es sólo la idea básica, sino también cómo se presenta ésta, en qué contexto, con qué grado de conciencia individual y social. Por ejemplo, el tratamiento de la injusticia dependerá del punto de vista del artista, de si habla como un apologista de la clase dominante o de la oprimida, de si se plasma en el ambiente del campo o la ciudad, y del grado de comprensión con que plantea el problema. De esta manera, el contenido es una manifestación del pensamiento del artista, de su conciencia de la realidad y de su ubicación dentro de la sociedad. Depende de los intereses políticos que asume. Responde al mando de una política.
Los elementos del contenido, por sí solos, no constituyen una obra artística. El contenido requiere de una forma adecuada para convertirse en una obra de arte. ¿Cuáles son los elementos fundamentales de esa forma? Podemos mencionara a la composición o estructura, es decir, a la organización de los elementos de la obra o los acontecimientos /en narrativa comprende el manejo del espacio, del tiempo y el nivel de realidad); asimismo, al lenguaje artístico que da coherencia a la obra, a los recursos materiales figurativo-expresivos correspondientes (por ejemplo, en la literatura: las figuras retóricas, el ritmo, la musicalidad; en la música: el ritmo, la melodía, el compás, el tiempo, etc.). De lo señalado concluimos que es erróneo identificar la forma con la técnica, ya que ésta es sólo una parte de aquélla. Quienes la identifican no ven la relación dialéctica entre realidad, contenido, forma y técnica, en la que ésta no es más que un medio que sirve a la conversión del contenido en forma y, viceversa, al logro del mayor grado de perfección del reflejo artístico de la realidad.
La forma de un objeto depende directamente de la función que cumple éste. Por esta razón, la forma artística expresa el propósito social que mueve al autor. Visto así, la forma artística también se guía por la política. La forma es la más alta materialización del contenido a través de la acertada organización de los elementos formales, es decir, en sus proporciones justas, así como del manejo jerarquizado de las diversas contradicciones sociales reflejadas en la obra. El trabajo del artista, su esfuerzo creador, consiste en la búsqueda de la correspondencia entre el mensaje que transmite su obra con la forma cómo lo realiza. Así, la importancia de la forma es tal que si se la descuida, la existencia misma de la obra entra en peligro y le impide cumplir su función social. Al hablar de la forma nos referimos a las leyes específicas  que manejan sus elementos, los que al interactuar con el contenido lo transforman a éste en una obra de arte. Insistimos, un contenido se transforma en obra de arte al condensarse gracias a su forma correspondiente. La “forma correspondiente” está determinada por el contenido. Y ambos están guiados por la política, por las repercusiones que busca el artista en las clases sociales en contienda.
El tema que nos ocupa fue tratado con meridiana claridad por los grandes maestros del proletariado. Así, según Marx, “La forma surge del contenido social-histórico y tiene por misión elevar dicho contenido a la altura de una objetividad artísticamente plasmada”. Y Lenin puntualiza: “La forma es esencial. La esencia tiene forma. Sea como fuere, ésta depende también de la esencia”. Asimismo, al enumerar los elementos de la dialéctica, dice: “La lucha del contenido con la forma, y viceversa. El rechazo de la forma, la transformación del contenido”. Lo que, obviamente, rige en el arte y la literatura.
De lo citado, detengámonos en dos aspectos.
Uno, el contenido y la forma  constituyen una contradicción, y el más alto grado de calidad artística lo encontramos en la obra que alcanza la unidad del contenido con la forma, en la que la forma corresponde al contenido, en la que su esencial interpretación robustece la obra, la dota de la más alta calidad y, sólo por este camino, la obra de arte cumple su función social como instrumento de la lucha de clases. Este aspecto constituye la cuestión central de la estética, por ende del arte, a su vez la parte más esencial de éste.
La unidad de la que hablamos, también podemos comprenderla como “equilibrio” entre el contenido y la forma. Podría cuestionarse esta afirmación con el argumento de que en una contradicción siempre predomina uno de los dos aspectos. Respondemos: la lucha y el desequilibrio son absolutos, en tanto la unidad y el equilibrio son relativos; sin embargo, estos últimos existen en la realidad, y el hombre también las maneja en su práctica social (como cuando elabora un plan  para lograr equilibrio entre la realidad objetiva y el deseo subjetivo, o cuando las clases sociales que conforman el pueblo se unen en base a intereses comunes). Lo peculiar del arte es que solo mediante la brega por lograr tal unidad, tal equilibrio del contenido y la forma, es que se concreta una obra de arte. Entre las obras que han plasmado dicha unidad se encuentran las que constituyen hitos  de la creación artística, como la Ilíada, El Quijote, La Guerra y la Paz, La Gioconda, las sinfonías de Beethoven, entre otras; razón por la que han trascendido en el tiempo, como obras de incuestionable valor artístico.
Segundo aspecto, y derivado del anterior, en una obra artística de alto valor estético se da la transformación dialéctica del contenido en forma y de ésta en aquél. El contenido de la obra ha de transformarse en forma para que alcance eficacia artística, y la forma ha de plasmarse de modo que la obra artística llegue al público como portadora de un contenido nítido y profundo, con la fuerza imprescindible para conmover. De esta manera el contenido, que al principio latía en el cerebro del artista, materializándose en una obra, llega, al final, a la mente del público, como idea. Solo así la obra cumplirá su función social como instrumento de la lucha de clases.
Reiteramos, en la obra de arte la forma y el contenido son dos aspectos de una contradicción que se encuentran indesligablemente unidos, de manera que no hay ni puede haber contenido sin forma, ni forma privada de contenido. Por lo que resulta nociva la ruptura de dicha unidad, de dicho “equilibrio”, y el consiguiente manejo unilateral de uno de los dos aspectos. Por esta razón, no solo una idea errónea resulta perjudicial para la producción artística, sino que una forma artística deficiente impide el adecuado reflejo de la realidad. Así, por ejemplo, si componemos una canción de homenaje a una persona, no basta que las letras rindan tal homenaje; será necesario que la melodía, el ritmo, el compás, el tiempo, correspondan a ese objetivo; ¿qué sucedería, por ejemplo, si se ejecutara con notas discordantes o su melodía fuera triste?, en vez de homenaje, resultaría una burla al “homenajeado”. Con éste ejemplo queda claro que tiene que existir una correspondencia, una unidad entre el contenido y la forma.
El predominio de la forma sobre el contenido conduce a la vacuidad y a la deformación esteticista; este es el origen del formalismo y del abstraccionismo, rasgo característico del arte burgués imperialista en la actualidad. En tanto que el predominio del contenido sobre la forma conduce a la propaganda, al panfleto, a la copia naturalista de la realidad, y a la carencia de fuerza artística necesaria para conmover al pueblo e impulsarlo a la unidad para la lucha. Visto así, la unidad del contenido y la forma en el arte es el criterio objetivo de la estética científica, de manera que todas las leyes de la creación artística se sintetizan en una: la forma ha de corresponder al contenido.
Solo por este camino la obra artística cumple su función social, contribuye al desarrollo de la conciencia del pueblo y al impulso de sus luchas.
Todo lo que hemos visto nos lleva a valorar a profundidad, a quienes trabajamos por crear obras artísticas y literarias al servicio del proletariado, del pueblo y de la nación, lo que nos enseña quien fuera gran conductor de la revolución china: “Lo que exigimos es la  unidad de la política y el arte, la unidad del contenido y la forma, la unidad del contenido político revolucionario y el más alto grado posible de perfección de la forma artística”. Asimismo, a reafirmarnos en su orientación: “Por progresista que sea en lo político, una obra de arte que no tenga valor artístico, carecerá de fuerza. Por eso nos oponemos, tanto a las obras artísticas con puntos de vista políticos erróneos, como a la creación de obras  ‘al estilo cartel y consigna’, obras acertadas en su punto de vista político pero carentes de fuerza artística. En el problema del arte y la literatura, tenemos que sostener una lucha en dos frentes.” Y sumar a todo lo anterior el desarrollo de la ciencia social en este campo: “Poner la política al mando en arte y literatura es poner la política al mando tanto en el contenido como en la forma; la cuestión no es ‘contenido político’ y ‘forma artística’ como si la ‘forma artística’ escapara a la política.”, así como la gran orientación: “En la poesía la cuestión es contenido político profundo, idea clara y forma artísticamente  expuesta”, que es válida para todo trabajo de creación artística.
Si cogemos la ley fundamental de la creación artística, la ley de la unidad del contenido y la forma, y ponemos la política al mando de ambos, así como libramos con firmeza la lucha en los dos frentes, como se nos demanda, cumpliremos nuestra labor como trabajadores del arte y de la literatura, y crearemos obras que sirvan a la lucha por la emancipación del pueblo, a través de todos los pasos necesarios que exija la lucha de clases.

Walter Vargas C.

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