lunes, 6 de diciembre de 2010

MARIO VARGAS Y EL NOBEL DE LITERATURA


MARIO VARGAS Y EL NOBEL DE LITERATURA

                La algarabía suscitada en ciertos sectores de la sociedad peruana, incluidas las pretensiones del Poder de arrimarse al premiado en este reconocimiento, arrogándose la representatividad de todo el Perú, son algunas muestras de lo que sucedió a la premiación del Nobel de literatura 2010.
                Todavía queda pendiente el uso mediático y político que se hará de la llegada del premiado al país, pero es necesario anotar que el premio es un reconocimiento a uno de los mejores defensores del sistema imperialista. Asimismo, señalar que es una premiación literaria con fuerte componente político. El propio Vargas lo reconoce en una entrevista televisiva, cuando le preguntan si la premiación  sería por sus planteamientos políticos,  y él responde: bienvenido sea.
                Un hecho sintomático que nos ayuda a comprender esta premiación  es el antecedente de la concesión del Nobel de la paz a B. Obama, siendo este cabeza del imperialismo. Es decir, primero premian por la paz al representante de la superpotencia imperialista, guerrerista y gendarme mundial, y luego a uno de sus literatos.
                Mario Vargas Llosa, no es un escritor genial, pero no podemos negar su disciplinada dedicación a la literatura. Cuyos resultados más altos lo constatamos  en la primera etapa de su producción, aquella de La ciudad y los perros hasta Conversación en la Catedral, cuando políticamente especulaba con el socialismo y trataba temas netamente peruanos. Luego pasa a desenvolver una lucha frontal  contra toda lucha del pueblo, motejándola de barbarie y fanatismo, auspiciando el sistema imperialista como el mejor de todos y supuesto símbolo del progreso.
                Además, tengamos en cuenta que su producción es prolífica, abarcando la novela, el ensayo, el teatro, el  periodismo, la difusión cultural, sin olvidar su eficiente manejo mediático que le permite mantenerse siempre en las portadas y los titulares de los medios de comunicación masivos.
                Su actuación política, como en los sucesos de Uchuraccay, y las posiciones que divulga en sus obras ameritan el rechazo y combate frontal de los escritores del campo del pueblo, más aún ahora que su palabra literaria cobra mayor prestigio.




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